28 de enero de 2014

ENRIQUE MORENTE: La corriente

Todo empezó por la inquietud, la curiosidad, el revolver, el innovar. Todo empezó con Enrique Morente, un cantaor que soñó la Alhambra de esa forma tan particular. Apenas se acuerda nadie del Enrique flamenco, del cantaor por derecho, de un grandísimo aficionado como él era, cuando lo acompañaba Habichuela o Paco de Lucía, cuando llegó a Madrid y era todo un desastre natural, tan solo los flamencos de siempre remueven eso, los que son como el mimbre...

La masa "morentista" nació con su muerte, hace poco más de tres años, nació de los seguidores de Enrique no de la afición flamenca. Lo que son las cosas, Enrique emigró a Madrid y se ganó a los flamencos de la capital a base de raciones culturales que unas veces más y otras menos tenían que ver con el arte jondo, pero no dejaban de ser arte. Sevilla nunca lo quiso por esta misma razón. Es raro que un artista sea encumbrado en ambos lugares geográficos, la sabiduría contra el pellizco, la universalidad contra las minorías. Ni él pudo, y dudo mucho que alguien lo consiga.

Me resulta gracioso que le hagan un homenaje en Madrid durante tres días con un lujazo de cartel, organizado por su familia, pues nadie en estos tres años se ha molestado en darle una despedida digna y flamenca. Y Sevilla no iba a ser menos, viendo lo que se cocía en la capital española, resulta que ahora la Bienal abrirá su programación en Septiembre con un homenaje al maestro de Granada. Parece que los que no lo nombraban ahora lo veneran, y el caso contrario no se da. Hipocresía quizá, apariencia, falsedad, negocio. No lo sé. Lo que si conozco es que bautizó a un sector de la afición como "flamencólicos" y aunque no me siento identificada con el concepto en sí que inventó, quise llamar de esta forma a mi rincón galáctico de flamenco y melancolía.


Morente tenía buenas formas flamencas, una ejecución del cante desde el conocimiento, hizo recitales memorables puramente flamencos, pero no sobresalió de la forma que le hubiese gustado; siempre quiso más. Poco a poco se fue desvirtuando de las lindes flamencas quedándose a menudo sin definir utilizando su inquietud por otras músicas, otros versos, otros sonidos; eso lo llevó a grabar "Omega" su revolución visionaria que ahora es un padrenuestro, cuando siempre lo ha sido y su sitio se ganó hace casi 20 años. El atrevimiento de Enrique fue mayor que la crítica que se le echó encima, pero el tiempo le dió la razón.

La mirada de Enrique Morente iba más allá de la frontera del compás, quería transformarlo todo a su forma, dándole aire al espectador, dejando mensajes lejos de lo puramente flamenco, era un claro artista que logró ser comprendido por las mareas de las que se rodeó pero no es imitable, ni superior. Un revolucionario que supuso el principio del fin en su carrera profesional, lleno de cultura, poesía, pintura, óperas, y tantas cosas que le quedaron al maestro en la mente, obras inacabadas por culpa del tiempo. ¿Ha dejado herencia? no, no ha dejado herencia, ha dejado un legado. Nada más.

Como ya decía antes, el tiempo lo dice todo, marca el compás de lo que debe permanecer inmóvil y de lo que hay que dejar volar. Todo empezó por su personalidad, aplastante, su atrevimiento, descomunal, su conocimiento, desbordante; y todo terminó con él. Yo me quedo con lo bueno, lo malo se lo dejamos a los que ahora lo aman.

Nos vemos pronto, en algún rincón oscuro donde sirvan buen vino, es mi forma particular de dar homenajes. Invita la casa siempre.

4 comentarios:

  1. Fue un gran cantaor, y por desgracia, no se le ha hecho un homeneje de acuerdo a su talla artística, coincido en eso contigo.
    Nos queda su legado enorme y magnifico. Su hija, Estrella, palo de su astilla, muy reconocida ¡Gracias a Dios!

    Me encanta tu blog por lo mucho y bueno que aporta.

    Amistosamente.

    Mari Carmen.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mari Carmen, gracias por pasarte por aquí. No creo tampoco que cualquier homenaje esté a su altura. Respecto a su hija Estrella, ya lo digo en el texto, no hay herencia, hay legado, es mi punto de vista. Un abrazo, te espero por aquí cuando quieras, gracias de nuevo.

      Eliminar
  2. Rocío, he leído varias veces tu artículo y no me acabo de aclarar a dónde quieres ir a parar.
    Te señalo que lo de "flamencófilos" era un adjetivo que Enrique solía aplicar no a ciertos aficionados sino a ciertos "flamencólogos", Su lenguaje coloquial solía ser muy irónico (señal de la inteligencia natural de que hablé refiriéndome a él en actos públicos de relevancia que no viene a cuento relatar ahora).
    Enrique era antes que nada un grandísimo aficionado (como en su día lo fue Chacón, como después también lo fue Antonio Mairena). No doy nombres, pero hay cantaores que de afición, muy poquita.
    En fin, no quiero abusar de tu espacio, pero te insisto en que tu artículo me ha dejado un poquito confuso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Andrés, gracias por pasarte por aquí, lo primero. Si que sé que Enrique utilizaba lo de flamencófilos y flamencólicos con cachondeo e ironía, por supuesto. Si que era un gran aficionado, por encima de todo, ya lo digo en el texto. No se qué te confunde, solo quería dejarle un espacio a Morente aquí de como fué, desde el flamenco, de lo que llegó a grabar, de su curiosidad, su inquietud, en fin, a grandes rasgos la percepción que tengo yo de él. Y como puñalaíta pequeña, un tirón de orejas al olvido de muchos que dicen adorarlo desde hace 3 años, el lavado de conciencia en Sevilla con la Bienal, y poco más. Vamos, que no hay un trasfondo muy enrevesado, es algo quizá mas transparente. No sé si te he aclarado tu confusión o no, ya me vas diciendo. Abusa lo que quieras Andrés, por favor, eres mi abuelo flamenco. Un abrazo!

      Eliminar